SINOPSIS

La octava temporada de Amar es para siempre se enmarca a finales de los años 70 en el inicio de la España moderna. Unos nuevos personajes que van a representar la metáfora del tránsito que España vive en ese momento, a caballo entre finales de 1976 e inicio del 1977. Un momento convulso donde el país estrena la recién instaurada monarquía española, a la vez que no desiste en luchar por comunicar una necesidad de libertad de pensamiento, política y social. Era el inicio de la España moderna. 

Cristina trabaja en el despacho de abogados y es la encargada de poner orden en la sala, pero nunca con una voz más alta que otra y tratando de emitir luz hacia los nuevos proyectos. Viuda desde hace cinco años, nunca se ha planteado la idea de rehacer su vida amorosa, a pesar de tener delante de sus narices al hombre que podría volver a hacerla feliz.

La novena temporada arrancará en septiembre de 1978, y lo hará con Manolita (Itziar Miranda) y Pelayo (José Antonio Sayagués) en la morgue, profundamente abatidos. El motivo, uno de los Gómez acaba de fallecer. Guillermo reaparece en el despacho de abogados, roto y humillado porque su relación con Lourdes ha fracasado.

Además, Manolín ha dejado embarazada a Emma. Ella es la hija de Abel, un médico serio y responsable que acaba de instalarse en la Plaza. Tras la noticia, comienzan a acelerarse las prisas para organizar la boda, antes de que el embarazo se note y comiencen los rumores.